revolucion-industrial
  Factores 2
 

Factores exógenos


Además de las circunstancias internas que favorecieron la revolución industrial, se dieron otros factores externos que ayudaron a su implantación y difusión, como la situación en el campo, el incremento demográfico, y el comercio internacional y nacional.

La contribución del campo

El campo proporciona a la industria emergente no sólo los capitales, sino, también, la fuerza de trabajo sobrante en el campo, y las mercancías necesarias para alimentar a una población que ya no vive del campo, y que por lo tanto debe comprar en el mercado los productos necesarios para su alimentación.

Esta población supone un aumento del mercado interno, ya que demanda tanto productos agrícolas, como productos industriales, sobre todo textiles.

Capitales, fuerza de trabajo y mercancías son las tres cosas que el campo ofrece a la industria, y sin las cuales el triunfo de la revolución industrial hubiese sido mucho más difícil.

El incremento demográfico

El aumento de población que se da gracias (o como consecuencia) de la revolución industrial supone la ampliación del mercado de la fuerza de trabajo, lo que influye en sus condiciones de contratación. Pero, además, el aumento de población también supone un incremento de la demanda interna de productos, tanto agrícolas como industriales.

El aumento de población supone una carga para las familias jornaleras y los pequeños propietarios del campo, por lo que se comienza una emigración del campo a la ciudad en busca de nuevas oportunidades. Esta emigración, que en principio afecta a los excedentes de población, pronto influyen también a toda la población del campo, generando así un auténtico éxodo hacia la ciudad que dejará despobladas amplias zonas rurales.







El comercio internacional

Sin embargo, y a pesar de todos los factores anteriores, la revolución industrial no hubiese podido prosperar sin el concurso y el desarrollo de los transportes, que llevarán las mercancías producidas en la fábrica hasta los mercados donde se consumían.

Esta es, también, la época del desarrollo del comercio y de los sistemas de transporte, se crea una nueva tecnología de transportes, en la que el ferrocarril y el barco de vapor son los reyes, ya que pueden transportar grandes cantidades de mercancía a una velocidad que ningún otro sistema de transporte de la época es capaz de alcanzar. Además, la tecnología del transporte demanda productos industriales, con lo que impulsa la revolución industrial.

Estos nuevos transportes se hacen necesarios no sólo en el comercio interior, sino también en el comercio internacional, ya que en esta época se crean los grandes mercados nacionales e internacionales, en los que las mercancías pueden viajar libremente por el país sin necesidad de pagar aduanas. El comercio internacional se liberaliza, sobre todo tras el Tratado de Utrecht (1713), que liberaliza las relaciones comerciales de Inglaterra, y otros países europeos, con la América española. Se termina con las compañías privilegiadas y con el proteccionismo económico; y se aboga por una política imperialista y la eliminación de los privilegios gremiales. Además, se desamortizan las tierras eclesiásticas, señoriales y comunales, para poner en el mercado nuevas tierras y crear un nuevo concepto de propiedad.



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